jueves, 20 de diciembre de 2007

Las estrategias de poder del Yrigoyenismo. 1890-1916


Sinopsis:

El mundo de los ´80, en la Argentina de fines del siglo XIX, se caracterizó por la brillantez de sus hombres públicos, la fina pluma de sus periodistas, la elocuencia inagotable de sus oradores, la excelencia erudita de sus catedráticos. Estas condiciones se les exigía a todo aquel que pretendía pertenecer a la dirigencia de las elites políticas que participaban del manejo del poder. ¿Cómo pudo ser, entonces, que un desconocido militante popular del alsinismo se transformara, en poco más de dos décadas, sin hablar en público, sin escribir libros ni artículos políticos, sin ocupar el teléfono ni mostrarse en actos públicos, en líder indiscutido de las multitudes argentinas? En responder esta pregunta radica el esfuerzo de este nuevo trabajo rigurosamente científico que Salvador Cabral nos entrega, ahora, al iniciarse el siglo XXI.



CONFERENCIA

Ante un público ávido y numeroso, el historiador Salvador Cabral disertó sobre Andresito
Andresito Guacurarí fue el eje central de la conferencia de Salvador Cabral. El historiador repasó la vida de acción del líder guaraní quien fue militar, político y gobernante de Corrientes. Por otra parte, ingresó al Congreso de la Nación un proyecto de ley por el cual se reconoce su grado militar. Además, la ministra de Defensa Nilda Garré comprometió su apoyo para que sean ubicados sus restos.


“Andresito Artigas en la emancipación americana” es el libro del historiador Salvador Cabral, y fue sobre esta figura histórica de nuestra Mesopotamia que giró su conferencia.
El viernes por la noche, en el salón del Colegio Bioquímico de Corrientes, Cabral definió la figura del líder indígena, derribó mitos y explicó de manera didáctica esa parte de la Historia que durantes años se ha pretendido ocultar.

Ante un auditorio colmado - para asombro del propio historiador – Cabral comenzó a delinear el contexto en el cual creció la figura de Andresito Guacurarí y Artigas: “No se puede entender quién fue Andresito si no se tiene en cuenta que él es hijo de la revolución hispanoamericana y de las Misiones Jesuíticas”, señaló.

Explicó que aquéllos eran tiempos de profundos cambios socio políticos “desde el Río de la Plata hasta Venezuela”, por eso – expresó – “Andresito se sintió identificado con los ideales de Artigas, ideales de unión hispanoamericana que, por otra parte, él ya lo había vivido en las Misiones”.

Al respecto, Cabral indicó que en “las Misiones Jesuíticas había un sistema que respetaba al indígena. Era el cura el que se instalaba entre los indios y respetaba sus creencias. Los evangelizaban, pero tenían muy en cuenta su propia lengua y su cultura para hacerlo. Además, entre otras cosas, les inculcaron que la tierra era del que la trabajaba, por lo tanto, no fue extraño que Andresito se uniera a Artigas, puesto que se sentía unido a sus ideas”.

El historiador, también recalcó que “unos de los grandes males para Hispanoamérica fue la caída de Napoleón”. De esta manera, para Cabral, “las grandes potencias europeas se quedaron sin enemigo, por lo cual buscaron sus nuevos objetivos del otro lado del continente y fijaron sus miras en Hispanoamérica”.

“Lo de Andresito fue una epopeya que todavía no se termina de ver”, apuntó Cabral, y resaltó que “durante todo 1817 Andresito estuvo en Corrientes. Esta provincia estuvo dividida en dos partes y se la defendió de los portugueses de manera heroica”.

DERRIBANDO MITOS

Salvador Cabral señaló que “mucho se ha dicho de Andresito y la clase patricia no le perdona ciertas cosas”. Al respecto, el historiador comenzó por señalar que Andrés Guacurarí, además de su lengua guaraní “sabía tres idiomas, dos de los cuales eran europeos; era sin duda una persona instruida”.

Entre las cosas que “no se le perdonan” a Andresito fue el de haber hecho barrer la plaza principal a las mujeres patricias correntinas. Cabral explicó cuál fue la situación: “Andresito invitó a la población a que concurriera a una fiesta religiosa. En ella sin duda habría bailes indígenas, es decir que la celebrarían según sus modos. Entonces Andresito se enteró que la clase patricia no iba a participar puesto que la mayoría no quería ver “bailar a unos indios”. Fue entonces que Andresito mandó llamar los hombres patricios y les hizo limpiar la plaza”.

Tampoco el líder guaraní fue un “indio sanguinario” sino todo lo contrario. “Indudablemente en un ejército de miles y miles de hombres siempre existe algún exceso, pero jamás Andresito fue un bárbaro”.

El historiador comentó que Vedoya – correntino que había pactado con los portugueses para anexar Corrientes al Imperio de Brasil, y enemigo de Andresito – “juntó a todos los hijos de las indias, todos menores de edad, y los embarcó hacia Buenos Aires, los separó de sus madres y los mandó lejos de aquí. Entonces Andresito ordenó reunir a todos los hijos de las mujeres patricias. Inmediatamente se formó una comisión de madres y fueron a hablar con él para suplicar que sus hijos no fueran alistados en el ejército. Andresito las miró e hizo traer a todos los hijos de las mujeres patricias correntinas y se los devolvió. Las mujeres agradecieron y cuando están por salir, Andresito les dijo: “Esto es para que vean que las madres indias también tienen corazón”.

Otros de los episodios que cuenta el modo de actuar de Guacurarí narra que uno de sus hombres había robado “un pañuelo”, y le hizo dar cincuenta azotes en la plaza “puesto que no era el valor de lo robado sino el hecho lo que contaba”. En otra oportunidad mandó a azotar a “un indio que para sacar unas monedas hacía bailes y piruetas en la puerta de la iglesia La Merced. Andresito lo azotó porque consideraba que de este modo estaba denigrando al guaraní y que ellos estaban luchando para vencer eso”. La misma suerte corrió otro de sus hombres: “ - ¡A ver soldado, cante el himno! – le dijo Andresito, a lo que el soldado respondió que no lo sabía. Eso mereció el castigo del azote”. El líder indígena lejos estuvo de ser el hombre déspota y sanguinario que se le atribuye, incluso en estos días: “Más enérgico fue San Martín, quien hizo fusilar a todos los generales chilenos que habían actuado con el él en la liberación de ese país cuando éstos comenzaron a conspirar”.

Otro de los achaques que se le hace, es la de haber “raptado” a una bella muchacha “rubia y de ojos celestes” – dirá Cabral que cuenta Félix Pampín en sus memorias -. Sin embargo, esa muchacha fue “novia” de Andresito. Otra de sus novias fue la hija de uno de sus enemigos. Y una tercera, una muchacha de Caá Catí, con quien tuvo descendencia.

AMOR Y ODIO

“Cuando los portugueses pactaron con Vedoya, Félix Pampín aplaudió – según consta en sus memorias detalladas diariamente – la actitud de Andresito de combatir. Pampín consideraba lógico y celebró que el ejército de Guacurarí luchara contra ellos”, comentó Cabral.

Hasta allí su admiración por aquel guaraní. Admiración que terminó cuando “Andresito – que consideraba que todos debían ser iguales – comenzó a libertar a los esclavos de las estancias, incluida la de Pampín”. El historiador cuenta que Félix Pampín “estaba indignado con tal actitud y escribió sobre ello también en sus memorias”.

Finalmente, el historiador Salvador Cabral, dueño de prestigiosos antecedentes intelectuales, se mostró “esperanzado” respecto del “rescate de la memoria” puesto que – indicó - “sin ella, sin conocer toda nuestra historia desde sus inicios, difícilmente se pueda construir un futuro”.

El historiador fue presentado por el actual ministro de Justicia Walter Insaurralde, quien dio la bienvenida en lengua guaraní. Además, los organizadores entregaron a Salvador Cabral una estatuilla de Andresito Guacurarí, y se informó sobre lo resuelto por el Congreso de la Nación (ver más noticias relacionadas).

Fuente: Moarandu.com